lunes, 10 de agosto de 2009

BITÁCORA.

OL.- Déjeme traer otra botella, para que se vaya ambientando; en tanto, lea el correo que me llegó de mi hijo a su regreso de Chiapas, para comentarlo... no se pudo quedar con el EZLN, como era su propósito.... de la hojeada que le di, deduzco que lo tienen bien vigilado y no precisamente por Gobernación... él no dice nada, pero... hay que leerlo entre líneas... y, según veo, ¡lo traen de la puritíta gamarra!

VRC.- ¿Quién?

OL.- Pues deduzco que la Delincuencia Política Hidrocálida, que es el tema sobre el que ha escrito, denunciándolos


Querido Padre:

Antes del 30 de abril estuve preparándome por espacio de 15 días, lo cual me permitió planear cuidadosamente mi viaje. Si no lo pude hacer anteriormente, hoy todavía es tiempo antes de que mis piernas ya no me quieran ayudar. Lo primero que hube de investigar fue la capacidad de la motocicleta en términos de resistencia para un viaje largo. La motocicleta tiene 80 c.c. y 4 velocidades. En principio, este último dato fue el que me hizo, en calidad de neófito en la materia, abrigar la esperanza que tuviera la potencia suficiente y me sirviera para mi propósito; y, efectivamente, mi suposición fue correcta, cuando platicando con una persona experimentada, por ser el dueño de una Agencia y Taller de motocicletas, que había viajado a Europa en una Harley Davison, pude confirmar lo que para mí era simple conjetura. Al preguntarle, para normar mi criterio, de si podía ir y venir a la ciudad de Zacatecas en ésta arañita el mismo día y, me aseguro que sí, siempre que le diera tiempos de descanso al motor cada 50 kilómetros, me dije: ¡Ya estuvo!

Para esto, yo ya había indagado, además de saber que la máquina era nueva, algunos puntos de referencia, que me permitieran al menos normar mi criterio; que son, por cierto, muy evidentes para cualquier persona interesada en deducirlos, viendo nada más correr por la calle a los motociclistas pizzeros-15’ con sus máquinas de esta categoría; para, poder llegar a las mismas conclusiones a que yo llegué. Estos puntos de referencia que observé son: que las motos que usualmente las compañías emplean para cobradores, repartidores, pizzeros y otros, están comprobadamente diseñadas para el trabajo rudo en la ciudad, durante horarios prolongados de trabajo; dónde, quedan sujetas -las máquinas- a calentamiento generado por el pavimento, mal trato, falta de aeración adecuada, altas velocidades en trechos cortos y frenadas constantes por semáforos y otros. Referencias, éstas, que en un viaje largo, se abaten considerablemente en razón de que el motor va recibiendo el aire frío de forma continua por horas; que, impiden, en consecuencia, que aquellos factores pudieran causar un desperfecto por calentamiento, que es el riesgo principal que se corre en tratándose de un motor con ésta escasa cilindrada; y, en los hechos, además, cargando un peso equivalente más o menos a dos personas. Consideración ésta, que también había sopesado, dado que por ejemplo en el caso de los pizzeros que era mi referencia, llevan en la parte posterior del asiento una estructura de ángulo que sostiene una caja de fibra de vidrio qué, pudiera representar fácilmente hasta 25 kilogramos más las pizzas, claro, ja-ja-ja o, sea, el equivalente a mi equipaje. Pero, lo que rotundamente me convenció a éste respecto, fue saber posteriormente qué por diseño, la máquina, trae consigo en la cara izquierda de la llanta trasera, una parrilla para proteger con ella, la falda de las mujeres Indias montadas a mujeriegas, como dijeran los charros, en el asiento posterior. Lo cual evidencia que podía soportar el peso de dos personas. Qué cuando yo vi, pensé que podía ser para adosar ahí un portafolios. Ahora, ya saben para qué sirve, los que tengan motocicletas Bajaj de fabricación India.

Este pequeño bagaje y, otras cosas, no menos importantes, me fueron suficientes para tomar la determinación de llegar hasta San Andrés Larrainzar. Para el caso, había también hecho consideraciones sobre mi estado de salud y cómo anímicamente me encontraba, para lograr la meta. Claro, lo único, que no se encontraba en condiciones óptimas eran mis rodillas que estaban desde 5 o 6 años echas un desastre, especialmente la derecha, al grado de que a éstas fechas ya no podía caminar distancias más allá de 100 metros sin que tuviera que sentarme para descansar; pero, no veo problema montado en la máquina -me dije- amén, de que en los últimos meses, tal vez 6, antes de iniciar éste viaje, me desplazaba por la ciudad en motocicleta diariamente. Pero, una cosa es la teoría y otra la realidad en el campo. Siempre, por mucho que se pretendan ajustar los planes desde el escritorio, la realidad en el campo nos supera, es otra cosa muy diferente. Por cierto, ésta es una aventura de la cual se puede derivar lo que planteas en el inédito Non Nova II, teniendo como referencia a La Briggs que se fue al polo norte a estudiar a los esquimales.

Bueno, el caso es que, calculado todo en el escritorio, como fue el cómputo del kilometraje por recorrer, gastos de combustible, itinerarios, paradas de descanso, comidas, identificación de lugar para acampar, tiempos, horarios, gastos imprevistos, indagaciones, etc., no se ajustaron a lo previsto obviamente. Afortunadamente, los cálculos y todas las expectativas de lo proyectado, no rebasaron los márgenes de tolerancia aceptables, siendo un proyecto de esta naturaleza; excepto, por los “dineros” que en ninguna circunstancia ajustan y los imponderables como el de “La Ventosa”, la resistencia de mis rodillas, la falta de gasolina en una ocasión y el pago de las cuotas a Caminos y Puentes Federales de Ingresos que yo pensé me dejarían exento, por tratarse de una moto como mi medio de transporte; pues resulto que no, y tuve que apoquinar una lana... Porque, según explicación del encargado de la caseta, el sensor de cable en el piso, que se activa por los vehículos al pasar, registran dos impactos por vehículo; es decir, uno por cada eje de las llantas delanteras y traseras y, por esta razón, el detector, diseñado de ésta manera, registra dos veces sin poder determinar si es un vehículo de cuatro ruedas o uno de dos como las motocicletas. Y, me hincaron la cuota, como si fuera de un carro. Ahí estuvo el primer error del viaje, que Caminos y Puentes Federales no solamente debe enmendar a favor de los motociclistas sino a mí en lo personal, debe reembolsarme mi dinero correspondiente. No es equitativo. Yo di por hecho, que mi raquítico presupuesto de tres mil pesos sería suficiente para llegar a mi destino y, ya, en la primera caseta de León, Guanajuato, sufrí la primera merma de $ 50.00 pesos en mi haber. ¡No se vale! Aquí fue mi primer descanso de un rato de 15 a 20 minutos. Los cálculos de gabinete fueron hechos sobre la base de: 300 Kilómetros/día, a velocidad promedio de 50 Km./Hora. Haciendo un recorrido de 6 horas de camino diariamente por 1:20 hrs. de descanso en cada trayecto. Kilometraje del Odómetro al salir: 5,596 Km.

CÁLCULOS:
Capacidad del tanque 5 Lts.
Rendimiento 25 Km. /Lto.
Kilometraje por recorrer 1,608 Kms.
Gasto de Gasolina 64.32 Lts. $ 385.92
Gasto Aditivo Gasolina 6 Litros $ 390.00
Equivalencia en tanques 12.86 tanque
Costo Litro/Gasolina magna $ 6.00 pesos
Gasto de comidas (3 x $ 25.00) 10 días $750.00
Tarjeta Celular 1 Tarjeta $ 250.00
Hospedaje (Trailer Park $ 50.00/Noche) 5 Noches $ 250.00
Sub Total $ 1,945.92
Imprevistos $ 1,054.08
Total $ 3,000.00

Salí de Vergeles a las 4:30 a.m. del día 30 de abril del año 2004, a un año dos meses del deceso de mi Abuelo y a uno del accidente de mi prima Úrsula. Cuando llegué a la Caseta de León, G
to. eran las 8:00 a.m. y mis dedos estaban congelados al grado de apenas poder escribir las notas que aparecen en la bitácora de viaje. Este trayecto, por la falta de luz solar y el frío de la madrugada, fue verdaderamente difícil porque mis piernas y rodillas estaban prácticamente congeladas a pesar de las vendas, rodilleras, mi doble ropaje y con frecuencia con calambres. Pero, nada más estiraba las piernas y seguía sin detener la marcha. Era necesario avanzar lo más posible hasta salir de las tierras conocidas desde siempre sobre la Panamericana ése mismo día y, de ésta manera, perder cualquier pista sintiéndome a salvo rumbo a mi destino. Después de San Juan del Río, tomé la carretera 55 que conduce a Atlacomulco -tierra del famoso grupo- ahí donde un vértice une a los estados de México, Querétaro e Hidalgo. 

Me interné por una brecha para llegar a un ranchito que se veía a lo lejos. A la 1:30 p.m., llegué a ése paraje cerca de Antonio Escovedo, donde pedí asilo a un señor de nombre Celestino, que tumbado a la orilla de un pequeño estanque, descansaba bajo la sombra de unos fresnos. 

Habían transcurrido 8½ horas y poco más de 300 Kilómetros recorridos. Es decir, un poco más de lo previsto en tiempo y kilometraje. Lo primero que había que asegurar a temprana hora era un lugar adecuado donde acampar. El grado de dificultad fue alto en todo éste trayecto porque no tenía otro antecedente de contacto con la máquina que el de haber ido y vuelto a la Sierra Fría un solo día y, el acoplamiento, no es fácil de primera intención. Hube de cuidar permanentemente en el trayecto el comportamiento de la máquina, del equipaje dentro de la mochila que iba sujeta a una barra tubular de hierro sólido (1/2”), que previamente diseñé y mandé forjar a un herrero, quien le dio en el yunque la forma requerida para que sujeta fuertemente al chasis de la moto, soportara la mochila de arnés.
 
El inicio de ésta primera etapa fue lo más peligroso por todo lo que implica las emociones encontradas y no encontradas, de tomar una decisión así en mis condiciones de salud. Fui muy tenso pero salí bien librado. Gracias a que al poco tiempo me concentré -como las mulas de yunta con tapaojos- en todo lo que tenía que ir checando: velocidad, cambios, balanceo, mi lugar en la carpeta, visibilidad, señalización, espejear permanentemente, oír el motor, etc. Sin pensar en otra cosa que me distrajera de mis propósitos. A tal grado, que no vi y menos disfruté el paisaje por muchos kilómetros. Solo vi señalizaciones. Me sentía tenso corporalmente. Pero mi estado de ánimo, bien. La máquina estaba perfectamente y nunca presentó síntomas de sentirse mal. El aceite “sintético” para duración de 4 mil kilómetros, limpio y a nivel (Me costó $60.00 pesos).

Armé mi tienda de campaña en una leve prominencia del terreno y orientada contrariamente a dónde el viento soplaba con fuerza, presagiando la lluvia, que se soltó un rato después; comí una lata de atún, un poco de granola y agua de naranja. Revisé en el Guía Róji la segunda etapa e intenté dormir. Los perros ladraron toda la noche ¿Será que cabalgamos? y no pude dormir más que en fragmentos.

Temprano a las 6:00 a.m. desarmé la casa de campaña y arreglé la mochila con equipaje que pesaba alrededor de 25 kilogramos entre la mochila, la casa de campaña (1.5 Kg.), el sleeping bag, mochila del sleeping bag, sujetadores elásticos para el equipaje, gas lacrimógeno, bastón (Berbiquí) de defensa personal, la ropa: 14 calcetines, 7 calzones, 7 camisetas, una frazada a cuadros roja de mi Abuelo cuando viejito, 2 chamarras de piel, 2 suéteres, 2 camisas de lana, 2 rompe vientos, mangas para la lluvia, 2 bufandas, 2 vendas, 2 rodilleras, guantes de estambre, guantes de piel para viaje, 2 pares de botas de trabajo; celular, cámara fotográfica, reloj de pulsera, brújula, binoculares, cuchillo de monte, linterna, radio de audífonos, lentes para el sol, lentes graduados, lentes para el viento; casco, silla plegable, estuche de herramientas incluida bomba de aire y parches para cámara, una bolsa negra para ropa sucia, dos depósitos planos de un litro c/u para gasolina; máquina para corte de pelo, rastrillo para rasurar, jabón, cepillo de dientes, pasta de dientes, cepillo para el pelo, papel higiénico; dos kilos de granola, cuatro latas de atún, dos botellas planas de 1 litro c/u para agua, 15 conos de piloncillo pequeños (energía) como hacen los Rarámuris con pinole, 10 sobres para hacer agua de sabor, documentos de identificación, bitácora, 2 bolígrafos y Guía Róji de la República Mexicana.

Terminé de levantar mi campamento como a las 6:30 a.m. y después de dar gracias a Dios y a Don Celestino, por la taza de café que me obsequió ésa mañana y por su hospitalidad, emprendí a las 7:00 a.m. de nueva cuenta mi viaje.

De Toluca a Cuernavaca y hasta Tepoztlán, el paisaje es un regalo inolvidable pasando por las Lagunas de Zempoala. El bosque de pinos una belleza. La carretera imponente por su sinuosidad. Subidas y Bajadas. Excitante. Mucho tráfico. Frenar con velocidad fue clave. Aquí, en este trayecto, especialmente, mi lugar en la cuneta lo ocupé como si fuera un automóvil, porque la carpeta es muy angosta y, de otra manera, me hubiera visto expuesto peligrosamente a los vehículos que me rebasaran muy cerca de mí; de tal manera, que para hacerlo aplicada esta táctica, tenían ellos los automovilistas que rebasarme por el carril contrario como se hace al rebasar un carro.

A las 3:00 p.m. del día 1° de mayo llegué a Tepoztlán estado de Morelos, -donde ya había estado en otra ocasión-, después de haber dejado atrás Toluca, que es un verdadero tianguis y, por tanto, para la vialidad de transeúntes, vehículos y recuas es un verdadero problema a lo largo de toda la calle que me llevaría hasta el otro extremo de la ciudad, buscando la salida rumbo a Cuernavaca según mi itinerario; para, después seguir a Cuautla; pero, el cristiano que me señaló la salida, me condujo por la carretera libre hasta aquí; habiendo tenido que dar un rodeo para llegar a Cuautla y ahorrándome de chiripada de ésta suerte la cuota de la Autopista. En el centro de Tepoztlán indagué sobre donde poder acampar y después de visitar un lugar también muy agradable con mejor infraestructura, decidí por éste segundo, en razón de que en el otro sitio la tarifa era considerablemente más alta, comparada con los $ 50.00 pesos que hube de pagar aquí en Metztitlán. 

Acampé en este sitio destinado a albergar a mochileros y grupos de Boy Scout; en dónde se celebraba por cierto, una Convención Nacional de estos jóvenes entusiastas. Tanto, entusiastas, que sus festejos se prolongaron hasta muy entrada la madrugada (3-4 a.m.) y, por tanto, no pude dormir. Temprano cuando llegué, inició una fuerte lluvia pasajera. En la administración donde me registré con nombre y apellidos, pudieron advertir el no buen estado de mi rodilla derecha, que ya para entonces tenía franca dificultad para apoyarse. Entonces, el administrador, mandó llamar a una joven Paramédica de nombre Lily, para que me atendiera con auxilios primarios, lo cual hizo frotándome en mi rodilla afectada una pomada que me hizo sentir bien. Más tarde un helicóptero sobrevoló el área dando varias vueltas al sitio...

Por la noche, ya estando yo en el interior de mi tienda dispuesto a descansar, se llevó a cabo, con ambulancia, torreta encendida, patrulla y una faramalla de: ¡Aquí está! ¡Aquí está! a dos metros de mi tienda, un “Simulacro de Rescate”, que fue lo que me aclararon cuando salí para pedir explicaciones por el barullo tan próximo a mi casa...

El centro de Tepoztlán, es muy pintoresco y como todos los lugares que tienen un interés, comercial, industrial, místico, mágico o turístico las tierras y propiedades están en manos de gentes acaudaladas que como en este caso, incluidos extranjeros, solamente tienen ahí sus suntuosas casas bardeadas con sendos portones infranqueables, que visitan esporádicamente para vacacionar.

Salí tarde, hasta las 8:00 de la mañana a Cuautla y, el helicóptero salió conmigo hasta la carretera, por donde se siguió en el aire en tanto yo cargaba gasolina en la estación. Ahora si disfrutaba el paisaje y podía ver también los señalamientos. Llegué a Acatlán a las 4:00 p.m., del día 2 de mayo, después de haber dejado a Izúcar de Matamoros. En la Comandancia de Policía frente a la Placita, me informé donde podía acampar y me señalaron los Portales del Mercado de Artesanías contiguo a la Comandancia a dos metros sobre el nivel de la banqueta, donde llegada la noche, en temporada, algunos peregrinos tienden sus petates y cobijas para descansar. De tal manera, que yo desplegué mi silla playera y me protegí con mi frazada para dormir. La motocicleta la dejé estacionada en la plaza, frente a los arcos, enfrente de mí. Los jenízaros me aseguraron que ellos estarían pendientes tanto de ella como de mí persona. Pero, estuve con un ojo al gato y otro al garabato. Qué llevara la silla fue una magnífica idea. Era larga pero plegada verticalmente en la parte posterior de la mochila sujeta con ligas especiales, no ocupaba mucho espacio y pesaba solo 3 kilos. La máquina viene trabajando excelentemente bien y yo controlando cada vez más los elementos. Mas familiarizado con todo, mas ambientado. Al día de hoy, dos noches y tres días, suman 901 Kms. O sea un promedio de 300 Kms./día. ¡Ah, jijo! Había querido quedarme en otro pueblecito anterior, pero, como era temprano decidí mejor llegar hasta aquí. Por la mañana, de nueva cuenta, estaba arriba de la motocicleta a las 7:00 a.m. rumbo a Huajuapan de León, Asunción Nochixtlán y finalmente Oaxaca.

Mayo 3, llegué a la Ciudad de Oaxaca, como a las 14:00 Hrs., me dirigí de inmediato a la Dirección de Turismo del Estado, donde me proporcionaron un plano de la ciudad que consignaba dos Tráiler Park de los que podía escoger para pernoctar. Me decidí, por el que no estaba fuera de la mancha urbana. Después de unos minutos, me mandó llamar por conducto del velador del lugar, el dueño de un gran edificio anexo, que se encontraba adentro en la planta baja y que desde ahí a través de los cristales me vio llegar. Era Don Hugo Sarmiento, acaudalado oaxaqueño, cuya buena intención era invitarme a comer en razón de que estaba celebrando con su familia y los trabajadores el día de la Santa Cruz. Me dijo, que le agradaría que les dirigiera unas palabras y les platicara de la intención de mi caminata. En la mesa con su señora, hijos e hijas platicando de mi viaje, me dijo un doctor en medicina humana, pelón, chaparrito él, que no tenía yo nada que perder: cuando supo que era yo soltero. El edificio de 8 a 10 pisos no me acuerdo bien, estaba a punto de ser terminado, cóncavo en su fachada blanca, bonito. Al término de la comida cuando prácticamente quedaba nada más su familia, me instó a hacer uso de la palabra en el micrófono y dije sin más: "Que era para mí una distinción muy grata ser invitado a comer a su casa rodeado de su familia, lo cual me recordaba a la mía por dos circunstancias, la relación de su apellido con una actividad muy común en el quehacer anual del viñedo familiar en Aguas Cristalinas, que tiene que ver con la obtención de los sarmientos para las nuevas plantaciones. Y, la otra, ligada a la primera, por aquello de ser de buena cepa, como los sarmientos que ahí cuidadosamente fueron seleccionados para que dieran su fruto de excelencia. Lo cual es mi deseo para Don Hugo Sarmiento patriarca de esta casa".

Bueno, pues salí rumbo a Santo Domingo Tehuantepec, el día 4 de mayo a las 7:00 a.m. Unos kilómetros más adelante, después de Tlacolula de Matamoros, me rebasó una patrulla con dos policías del Municipio de “Santiago Matatlán”, razón oficial que lucía en las portezuelas de la camioneta pickup y, se fue a mi paso adelante de mí, por algunos kilómetros hasta que los rebasé. Les dediqué un claxonazo amigablemente y me seguí de frente.
 
Más adelante, en un restaurancito del poblado El Camarón, donde hice un alto para comer algo típico, entró un malencarado pelafustán enchamarrado, gordo, prieto, no campesino, que dejaba ver en su barriga al frente ostensiblemente, no fajada en el cuadril, una pistola escuadra de cachas doradas, garigoleadas que después de comprar un “pingüino marínela" se fue en su Volks Wagen, color rojo tirando a naranja, de placas THD 5837.
 
Después, por no investigar oportunamente la localización de estaciones de gasolina en ésta larga y desértica zona, me quedé sin combustible en un tramo muy accidentado, orográficamente hablando, a la mitad de un sitio empinado, donde no había por la cuesta y lo reducido del acotamiento un lugar para estacionarse alguien que hubiera estado decidido a auxiliarme. Por lo qué, montado en la máquina, regresé rodando por gravedad a la parte más baja del columpio, donde encontré espacio en el acotamiento para un automóvil. 

Después de 30 minutos, se estacionó un matrimonio en un carro utilitario que no solamente me regalaron 5 litros de gasolina sino que, la Señora, me obsequió compadecida una pomada Iodex, de tan mal que me vio caminar. Me ofrecieron su casa en el Puerto de Salina Cruz, muy amables. Y, nos dijimos adiós...

Llegué a Sto. Domingo Tehuantepec y preguntando primero en un Hotel muy caro, que me habían recomendado por su servicio de Tráiler Park, di con otro mucho mejor que se ajustaba a mi condición: Sta. Teresa; donde no me cobraron, razón por la cual con la anuencia y favor de Sonia, me quedé ése y otro día para poder descansar a mis anchas, cosa que no había logrado hacer en todo el viaje hasta aquí. Existen aquí unas ruinas de lo que seguramente en otra época fue una Casona de gente pudiente. Sonia, atiende el lugar al que generalmente llegan en caravana gringos de vacaciones. Es divorciada tiene 5 hijos: Carlota, Ale, Itzel y dos más. Es un mangal o huerta de mangos, campirano 100% el lugar, donde corre agua en caudalosos canales para riego, pájaros escandalosos que aturden. Lavé mi ropa que durante el viaje no había tenido oportunidad de hacer. El calor es húmedo. La vegetación exuberante. Descansé y platiqué con los lugareños que me atendieron muy bien, me invitaron a comer. Yo para corresponder compré pan para los niños en la tiendita del pueblo. Los hermanos de Sonia van y vienen a USA para trabajar por temporadas y traen sus buenas “trocas”, hacen mejoras a sus casas y le compran bienes a su familia, como estufas, refrigeradores que traen desde allá. La mañana del día 5 de mayo de vacaciones, lo dediqué a bañarme por primera vez nadando en el agua de un remanso que se formaba en un lugar hondo del canal frente a mi tienda; a seguir descansando; a comer mangos los que quise y a secar y doblar mi ropa. A hacer cuentas de dinero (¿?), kilómetros y de gasolina: a Juchitán de Zaragoza 41, Juchitán - San Pedro Tapanatepec 92, San Pedro Tapanatepec - Tuxtla 158. Total = 291 km. Pueblos según la ruta: Santo Domingo, Zanátepec, San Pedro Tepanátepec, Rizo de Oro, Pomposo Castellanos, Cintalada, Rafael A. Zorrilla, Ocozocoautla y Tuxtla. En éste trayecto en el Guía Róji no se registraban estaciones de gasolina porque no hay. Los pueblos son muy pequeños.

Mayo 6, salí de Santa Teresa (Santo Domingo de Tehuantepec), a las 9 de la mañana. Después de agradecer a Sonia sus atenciones, partí rumbo a Tuxtla y al cabo de 41 kilómetros, saliendo de Juchitán, en “La Ventosa”, platiqué en la estación de gasolina con un canadiense en motocicleta que regresaba a Montreal de la Patagonia. Identifiqué enfrente, un lugar para desayunar a la orilla de la carretera y, ahí, platicando con unos comensales camioneros, me preguntaron extrañados viendo la motocicleta, si iba para San Pedro Tapanatepec; yo le respondí que sí; a lo cual ellos me preguntaron: ¿No tiene miedo? Y yo pensando que se referían exclusivamente a lo pequeño de mi máquina, que era lo que llamaba la atención de todo el mundo y más cuando veían en la pequeña placa la abreviación: Ag-Cs; les dije simplemente que no.
 
¡Dios guarde la hora! 

¡La que me esperaba! 

Pero, no se me ocurrió preguntar ¿Miedo a quien? y tampoco el porqué del nombre: La Ventosa. De ahí pude haber derivado algo... Normalmente reúno información suficiente para un viaje donde todo es desconocido pero tampoco hay señalamientos o información oficial que indiquen lo peligroso del fenómeno en ésta geografía del País. 

¡Qué barbaridad!

De pronto, en un momento inesperado ya sobre la cinta asfáltica, sentí una masa enorme de viento a ras de suelo hasta una altura de metros de izquierda a derecha mías, de oriente a poniente, permanente y fortísima, que me aventaba hacia mi derecha queriéndome sacar de la cuneta. Entonces rápidamente pensé en como contrarrestar ésta fuerza; y, lo que en fracción de segundos se me ocurrió primero, fue hacerme hacia el centro de mi carril, bajar la velocidad rápidamente hasta segunda, de manera que quedara con potencia constante y cuyo margen de aceleración en un momento dado, me permitiera la posibilidad de arremeter en contra de las ráfagas que me atacaban; considerando además los efectos de los camiones que al rebasarme me succionaban o bien, las ráfagas que de frente me acometían con turbulencias de aire que queriendo ocupar el hueco que va dejando el camión, se arremolinaban ahí donde yo estaba. 

¡Qué terrible! 

En segundo término pero, en las mismas fracciones de segundo, decidido, llevé la máquina también como medida de protección en forma sesgada para ofrecer menor superficie de contacto al viento, teóricamente, e hiciera las veces de punta de lanza y sobre el centro del carril, donde me correspondía transitar, para darme un margen de maniobrabilidad de ahí hasta la orilla de la cuneta en algún percance todavía mas peligroso. 

Ahora sí, que aquí, como decía mi Señor Padre, no hubo más alternativa que resolver el problema sobre ruedas y sobre la marcha. 

No había más. No me podía equivocar. En estas condiciones hube de recorrer la planicie ventosa 50 kilómetros hasta alcanzar la cadena montañosa. ¡Qué feo estuvo! Si me hubiera parado hubiera volado como papel. Hubiera sido fatal. Si me hubiera permitido mantener la velocidad en cuarta o incluso en tercera, me hubiera vencido a la postre y el motor se hubiera apagado, así de fácil; como, aparentemente, así de fácil, resultó también la solución; pero, el hecho, fue que implicó un intrincado cálculo en términos de la interrelación neuronal que solamente la máquina humana es capaz de ejecutar en casos de sobre vivencia, casi de manera automática en fracción de segundos. Todas las variables en movimiento. ¡Qué extraordinario! ¡No era yo, sino la máquina humana en todo su portentoso esplendor... y la ayuda de Dios Padre...!

Después supe, en el restaurante de otro pueblecito, comentando con los lugareños mi experiencia en “La Ventosa” -asombrados de que estuviera aun vivo- que era normal encontrarse camiones con las patas pa’rriba y accidentes frecuentes por ésta ventosidad de Oaxaca... Aquí sí que hace aire... para convertirla en energía eléctrica.

Llegué a Tuxtla, Gutiérrez, a las 6 p.m., del día 6 de mayo, me hospedé en el Tráiler Park, La Hacienda, contra esquina del Hotel Camino Real, de un diseño arquitectónico espectacular.


Me asignaron en la administración por $ 80.00 pesos/día, el único lugar que disponen para brindar éste servicio requerido por mí; precisamente, en un jardín a un lado de la alberca: “Donde estoy ahorita, bajo la luz de un arbotante de cinco globos” -dice mi bitácora- “Hasta aquí, he recorrido 1,778 km.” sigue diciendo mi bitácora:

Según odómetro:
Lectura actual: 7,374 km.
Lectura de salida: 5,596km.
Diferencia: 1,778 km. Hasta Tuxtla Gutiérrez.
Recorrido en 7 días, menos 1 de descanso, nos arroja en promedio: 296.33 km. / día. (OK).
Rendimiento: desde 35 hasta 38 kilómetros por litro. (EXCELENTE).
Pago de Súper carreteras: 50.00 + 75.00 + 22.00 = $ 147.00 pesos (Not OK).
Pago de un antojo: 1 hamburguesa en Burger King frente al Hotel. No pude resistir. Me supo a gloria, pero me cobraron muy caro. (NI MODO).
Efectivo en mi haber: $ 240.00 pesos (TERRIBLE).

Aquí en La Hacienda me bañé conforme a los usos y costumbres de la post-modernidad, muy a gusto en unas regaderas de mosaicos blancos, limpios y relucientes, me metí a la alberca y me dormí como un lirón, después de que me quejé y apagaron el Thermoking de un camionero que lo había dejado trabajando para enfriar sus productos provocando un ruidaso de la fregada, mi rodilla estaba igual...

Mayo 7. - 7:40 a.m. Ya me bañé. En la administración del hotel había un periódico de Tuxtla Gutiérrez, donde “Miguel Serna” declaraba que Aguas Cristalinas estaba en crisis. Según plano orográfico, hay que subir a San Cristóbal de las Casas a 2,150 MSNM. Llegué temprano a San Cristóbal de las Casas, como a las 12 del día. Me informé en las Oficinas de Turismo del Tráiler Park San Nicolás, donde acampé por $ 35.00 pesos diarios. Es un sitio forestal de pinos muy altos en una ladera escarpada y una explanada cubierta por zacate. Esta zona es preciosa, exploré un día más adelante sobre el camino del Rancho y es simplemente hermoso el paisaje. Decidí salir hasta el día siguiente a San Andrés Larrainzar para aprovechar todo el día y la estancia allá.



Mayo 8.- En éste momento estoy en mi tienda, está haciendo frío, como hizo toda la noche, yo bien arropado. Estoy bien. He tomado mis medicinas durante el viaje, Me voy a bañar y a lavar ropa para después salir a San Andrés Larrainzar que esta a una hora de camino muy sinuoso y platicar con el EZLN con el interés de saber si puedo incorporarme a su causa. Tengo razones poderosas para ser Insurgente... Somos 50 millones de Insurgentes potenciales en este país... Aquí en la radio invitan a que se sumen al movimiento.

Levanté mi campamento y salí con todo y mi “taniche”-no sabía si regresaría-, a medio día, rumbo a San Andrés Larrainzar. Mucho frío. Me vestí con mis dobles ropajes interiores para el frío chamarra de piel y las mangas para la lluvia, pasamontañas, casco, y guantes por supuesto. La carretera de dos carriles en muy buen estado. A 600 o 700 metros abajo sobre la serpentina como de juguete, se deja ver el camión que hace 30 minutos me encontré acá arriba. El paisaje de bosque es bello. Pinos, pinos y más pinos. Subiendo y bajando montañas y más montañas. En el horizonte el contorno de las elevaciones nomás azulea: son los Montes Azules del EZLN.

Dejé a un lado Zinacantán, atrás a Chamula y al otro lado Chenahló. En el claro, distingo en la falda de un cerro un hato de cabras y aun niño pastor sentado en cuclillas. A lo lejos, Indias Chamúlas o Tzotziles caminan por las veredas entre el bosque de pinos. Unas cargadas con leña otras con cántaros en la cabeza y otras bultos. En fila como hormiguitas caminan las Mamás por las veredas seguidas de sus niñitos. Me fue familiar el Edificio de la Presidencia Municipal, conocido por todo el mundo a través de la TV. Lo mismo que los Guardianes con su indumentaria inconfundible, chalecos de pelo de cabra, calzones de manta blancos, sus sombreros con listones de colores, que me veían con extrañeza. Todos tenían los ojos puestos en mí y yo consciente de ello, fui cortés y amable. Debió ser la facha. No armonizaba con el escenario. Con el motor apagado, me quite el casco, el pasamontañas y sin bajarme de la máquina, pregunté por el Presidente Municipal al grupo que montaba guardia.

Me respondieron con una pregunta: ¿Por cuál? ¿El del PRI o el del PRD?

Respondí: El del PRD. No podía ser de otra manera. Uno de ellos, me respondió: No está.

¿A qué hora lo encuentro?

Más tarde -dijo-

Bueno, lo voy a esperar –dije-

Estacioné la máquina en la puerta del templo para visitarlo.

Ya para entrar, en el pórtico se me acercó una persona del género masculino Tzotzil del otro bando, Priista, con indumentaria distinta, como muchos otros, con un paño rojo cubriendo su cabeza, camisola y pantalón de manta blancos y con una faja roja tejida en la cintura, para ordenarme seca pero al mismo tiempo familiarmente: No tomes fotos. Ellos no conocen el “usted”, hablan de “tu”. Yo le dije que estaba muy bien, que no se preocupara y entre al templo. El templo limpio con no muchos parroquianos. Un fuerte olor a copal o incienso y flores se parte en el ambiente. Una india Tzotszil sentada en el piso, rodeada de veladoras y un pequeño anafre en trance balbucea una letanía. Y, así mismo, las otras, una aquí y otra mas allá, que denotan que son asiduas feligreses, se la pasan en el templo. Aspirar los gases en la quema de goma de burseráceas y, tal vez la de pino que aquí abunda, produce afectaciones mentales. Los demás, orando muy contritos. Respetuosos. Yo di gracias a Dios por haberme cuidado durante todo el camino sobre todo en La Ventosa. Salí y deambulé por la placita donde se expenden cosas muchas; tales como ramas de pino para ambientar con su fragancia las casas, juguetes de plástico, ropa, carne en canal de aspecto y olor no muy agradables, fruta, verdura, comida, arroz con leche, atole y tamales a ¡$ 3.00 pesos! c/u. Cuando pregunté de nueva cuenta, ya había llegado el Presidente Municipal, no vestido a la usanza tradicional sino con sombrero tejido de palma, chamarra y pantalón occidentales (¿?). Él visiblemente alertado... Me identifiqué, mediante mis documentos: pasaporte, cartilla, credencial de elector y le hice saber de mi interés de quedarme por aquí e incorporarme al EZLN; dicho un mini-discurso haciendo hincapié sobre los derechos humanos, la injusticia y abuso del poder, etc., etc. El me dijo que del EZLN ya no sabía nada, que ellos habían depuesto su actitud belicista y estaban políticamente militando en el PRD. Sin embargo, me dijo, que las cosas de ésta naturaleza debían someterse a consideración de La Asamblea de Buen Gobierno de los Pueblos; pero que no se sabía cuando podía llevarse a cabo alguna asamblea. Entonces yo le pregunté si era posible quedarme en el pueblo trabajando para la Presidencia Municipal, a cambio de comida y hospedaje. Y me dijo, francamente, que no había posibilidades, que estaban muy restringidos de presupuesto. Qué era materialmente imposible. Renuente. Yo insistí, preguntando si esto fuera factible en otra instancia. ¿Dónde? -se pregunto- Aquí todos somos muy pobres... En realidad no vive ahí nadie ajeno a la comunidad.

Al menos fue posible, concederme asilo por esa noche para dormir en la Presidencia Municipal a petición de parte. Fui al templo a las 6:00 p.m., habiendo asegurado donde dormir esa noche. El templo estaba repleto. Me senté a la mitad de las bancas del lado izquierdo donde a mi siniestra estaba una persona del sexo masculino con elefantiasis y discretamente después de un rato me cambié de lugar para no verme en la necesidad de darle la mano (perdón), a la hora de la misa, cuando así es el ritual. La misa se celebró en lengua Tzotzil. Fueron cinco bodas las que se celebraron. Comulgué. Después hubo una parte que se tradujo al español en atención -dijo el sacerdote- a las personas que nos visitan; en una clara alusión a mi persona, porque no había otro extraño a la comunidad más que yo. Cuando salí, platiqué un rato con jóvenes del equipo del Presidente Municipal de cosas sin trascendencia y al cabo de un rato metí la motocicleta a la bodega que me asignaron como mi dormitorio. Está lloviendo, cenaré granola, desplegué la silla playera, me eché la frazada encima y me dispuse a dormir... capital en mi haber: $ 60.00. Pudieron ser $ 187.00 si no me esquilman en las casetas.

Para las 10:30 de la mañana, del 9 de mayo, ya estaba de regreso en “Rancho San Nicolás” Habiendo dejado las gracias al Presidente Municipal de San Andrés con sus colaboradores. Platiqué con el hijo de la Sra. Carmen, dueña del Rancho San Nicolás, para indagar un posible trabajo en San Cristóbal de las Casas, no me dio muchas esperanzas, “aquí hasta el turismo ha bajado” -dijo- Su apogeo fue cuando la firma de Los Tratados de San Andrés Larrainzar. Pregunté en el centro a un grupo de jóvenes europeos, por las ONG’s. La opinión fue en el sentido de que, en algunos casos, el membrete de “no gubernamentales” era puro cuento como los Derechos Humanos también; son orejas – dijeron- sobre todo aquí por lo que pasa en relación con el EZLN. Es un filtro. Y, pues claro, me repugnó la idea...

Fui presa de la depresión... durante 3 días y cuatro noches que estuve en el Rancho San Nicolás. Los días lluviosos, fríos y comiendo solo granola... ¡Cómo me ha rendido! Pura energía... Bañarse es un placer incomparable. Llovió por la noche y en la mañana, el día 10 de mayo, la máquina amaneció mojada por mí descuido al no cubrirla la noche anterior con las mangas de hule que llevaba para protegerme y en un momento dado a la moto también, como de hecho sucedió precisamente en mi primer  campamento. Escuché hoy, día de las Madres, música en honor de las mamás, me sentí mejor. Me trasladé al Centro una vez que pude arrancar la máquina para investigar el servicio telegráfico: supe que era vía satelital, de tal manera, que los envíos y recepciones son en el mismo momento. En el Mercado enorme, desayuné: mole con arroz y un refresco por la cantidad de $ 20.00 pesos MN. Regresé al Rancho San Nicolás, para cargar mi celular. Llamé a mi Madre para felicitarla y pedir auxilio financiero, justamente el Día de las Madres, mi tristeza es infinita... Tú, Padre, estarías en algún lugar del mundo. Ella me enviará a la Oficina de Telégrafos, mil pesos y mi tío quinientos. Suficientes. Estoy calentándome en la chimenea de la palapa del lugar, son las 6:42 p.m. dejó de llover. El tanque de gasolina debe tener la mitad de combustible, suficiente para llegar a Tuxtla Gutiérrez. (No fue acertado mi cálculo, después constaté un litro y medio)

El día 11, fui a Telégrafos; no hay noticias. Mi estado de ánimo anda por los suelos... Compré en el atrio del Templo de San Cristóbal de las Casas un vaso de arroz con leche que me costó $ 5.00 pesos, en San Andrés Larrainzar uno igual me costó $ 3.00 pesos, lo mismo que un tamal grande de pollo, ¡increíble! En una refaccionaria de aquí de San Cristóbal le compré a la moto dos tuercas una de ellas de cuerda fina en $ 2.00 las dos. ¡No lo puedo creer! Allá, en el norte, me hubieran sacado un ojo de la cara. Por lo menos $ 10.00 pesos. El trabajador velador, encargado del lugar un joven Tzotzil de nombre Ernesto, me invitó en su cabaña, un enorme tarro de café, pan y unos huevos revueltos. La tarde pardea. Estoy en la chimenea de la palapa. Estudio las rutas en la “Guía Róji”, como granola... para matar el hambre... Escucho noticias. No he querido dormir durante el día para lograrlo por la noche. En realidad es lo que menos he logrado durante el viaje; ni siquiera por la noche o en el día de asueto en Sta. Teresa. Ernesto, que con la mesada que cobra aquí paga sus estudios para ser profesor, me abordó estando yo en la Palapa para que le ayudara a hacer su tarea, que me pareció muy densa para el grado que cursa; conforme a ello, le di mi opinión por escrito para que se la enseñara a su profesor: 1°.- Los Súper organismos somos inteligencias superiores también. 2°.- Los Súper organismos somos fuertes en todas nuestras facetas. 3°.- Los Súper organismos no nos damos en maceta, en cambio los microorganismos se dan hasta en la... de cualquier latitud. 4°.- Los Súper organismos solo podemos ser destruidos por miles de millones de bichos microscópicos y 5°.- Los Súper organismos dejamos huella y la historia no nos queda a deber. A Ernesto le obsequié la silla playera para que cómodamente en ella pudiera descansar después de estudiar...

Mayo 12.- Cobré el giro por $1,500.00 pesos. Son las 12:31, estoy en el Rancho San Nicolás ya cargué gasolina: $ 20.00 pesos y compré una tarjeta de $ 100.00 para el celular, cuando estuve en el centro de la ciudad. Acabo de pagar $ 140.00 pesos de adeudo por cuatro días, desde el día 9 de mayo, que regresé de San Andrés. Decidí no salir a Tuxtla, a esta hora, porque llegaría a dormir y por ello pagaría $ 80.00 pesos, cuando aquí solo pago $ 35.00. Total que de los mil quinientos pesos ya solo me quedan $ 1,240.00 pesos, como la tonada infantil aquella: de los ocho que tenía, etc., etc. Estuve especulando en la tarde con el presupuesto y la ruta de regreso sobre la Guía Róji. El déficit al día de hoy es $ 29.50 MN. Los ajustes serán substanciales y fundamentalmente habrá que hacerlos reduciendo las comidas a una por día, como viene sucediendo, no hay de otra. La Ventosa me preocupa. Hay que evitar La Ventosa... El miedo no anda en burro. Mejor me voy por Chapa de Corzo a Tuxtla de ahí rumbo a Berriozábal y de ahí hacia arriba hasta Cárdenas, Minatitlán y Cosoleacaque (Pernoctar). Día 14.- La Tinaja, Córdoba, Fortín de la Flores, Orizaba (Pernoctar). Día 15.- Puebla, Tlacotepec, Tecamachalco, Tepeaca, Amozoc, Texmelucan, Ayotla y al llegar al DF., hay que sacarle la vuelta por Texcoco, Coacalco, Tepotzotlán (Pernoctar). Día 16.- Querétaro, León, Aguas. Sí, así le voy a hacer...

Pardeando la tarde una pareja de canadienses, que llegaron a medio día súper equipados, en un Tráiler-Home, que regresaban a Ottawa después de un viaje de un año por Sudamérica, me invitaron a cenar lo que delicadamente preparó la dama para la ocasión, acompañada, la merienda, de un rico vino tinto. Lo cual mi espíritu agradeció infinito. Yo hice lo propio y me despedí de ellos por la noche.

Amaneció como todos estos días, lloviendo, pero en esta ocasión chipi-chipi. Desarmé a las 6:00 de la mañana mi campamento, sujeté, con los tensores de gancho el equipaje sobre la máquina y sin decir adiós a los canadienses -para no interrumpir su sueño- agarré camino... eran la 7:15 horas del día 13 de mayo...

En el centro de San Cristóbal de las Casas frente a la plaza principal me detuve para desayunar en un restaurante, bonito y bien decorado, diría yo que hasta elegante, al que ya le había echado el ojo para éste propósito -el costo y menú se anunciaban afuera- de darme el lujo de desayunar en esta ocasión, puesto que sería la única comida del día, mi desayuno favorito: Unos huevos rancheros, con mucha salsa picosa, con frijoles refritos, queso, 6 tortillas, café con leche y una concha de pan, tan-tan: $ 40.00 pesos. Fue la única comida decente a la mesa que hice en todo el viaje de ida y de vuelta. El déficit se incrementó a $ 69.50 pesos moneda nacional...

A partir de hoy me esperaban un sin número de aventuras más hasta llegar a la tierra de la gente buena... más buena no puede haber... diariamente me estuve reportando vía celular.

Lo puedo confirmar, ante mis ojos desfilan, en éste momento, un larguísimo Convoy del Ejército Mexicano y luego otro, bien pertrechados con todo tipo de vehículos para la guerra que se dirigen a Montes Azules a desalojar a los insurrectos; según anunciaba la prensa nacional ayer o anteayer. ¡Qué pena! Y yo de regreso...


Fue a matacaballo. Atravesé El Río Grijalva muy cerca del Cañón del Sumidero; comí un tasajo de carne antes de atravesar La Presa Netzahualcóyotl, el puente es largo, larguísimo de aproximadamente 5 kilómetros o más. Agua, agua y más agua. La Presa de largo debe tener según mi estimación como 35 o 40 kilómetros. De Rómulo Calzada dejo atrás Chiapas al frente esta Tabasco y a mi izquierda Veracruz. Esta carretera (187) con poco tráfico es larga, larga, larga, recta, recta, recta, mucho calor que mitigo con agua que nunca me falta. Ahora voy prácticamente desnudo cabalgando mi pequeña bestia que se eleva; recibo el aire lo mismo que el sol en todo mi cuerpo; en la pasada estación de gasolina que fue Berriozábal me proveí de suficiente combustible -tanque lleno y dos litros más- y me despojé de las últimas prendas del ropaje para el frío y solo me quedé en pantalones cortos (shorts) frescos y lentes para protegerme del viento, el casco va colgado a la mochila, el sol me quema soportablemente la espalda, mis brazos, todo mi cuerpo, mi sensación es ahora de absoluta libertad al máximo de la velocidad que es capaz de alcanzar mi bestia feliz de que la monte. Yo grito: ¡Haaaaaaaa! Y lo oigo rebotar por las montañas...

Falta Chontalpa, Huimanguillo y Cárdenas. Entronqué en Cárdenas con la carretera (180), que viene de Villahermosa a Minatitlán; y, como mis recursos financieros estaban excesivamente deteriorados, exclusivamente por concepto de gastos de combustible, pregunté a un lugareño como salvar la caseta de cobro y, efectivamente, a campo traviesa por un postigo que me señaló en una construcción, pude llegar mucho más adelante, no sin antes haber cruzado el cauce de un río semi seco, de pendiente pronunciada, bajada accidentada, rocas enormes sueltas y de cuesta muy empinada y pedregosa, para luego acceder diagonalmente a toda velocidad por el pronunciado talud a la autopista: Steve Mc Queen se quedo corto. Para una motocicleta es fácil. Debo confesar que me dio mucho gusto hacerlo. No tanto por la travesura en si sino por el hecho arriesgado de vencerlo y cómo haber resuelto la situación. Si hubiera tenido dinero para pagar hubiera pagado; pero, no era el caso: Caminos y Puentes Federales de Ingreso, nada me debes estamos en paz. En Cosoleacaque no fue recomendable pedir posada, los jenízaros me indicaron que sería peligroso. Parece ser que la raza se torna brava por viciosa. Me hospedé en un hotelito modesto con buena cama, abanico y regadera $ 70.00 pesos. En toda esta vasta zona no hay Trailer Park. De Cosoleacaque a La Tinaja son 261 Km.

Mayo 14.- Salí de Cosoleacaque a las 7:00 am; 198 Km. adelante en la caseta de cobro de Cosamaloapan tomé alimentos frugalmente. El cielo encapotado, la lluvia pertinaz y la tarifa de la autopista me obligaron a pedir auxilio a un joven Ingeniero que tripulaba una camioneta Datsum de redilas, para que me llevara a La Tinaja (63Km.), de otra manera hubiera perdido el día ahí parado... sin poderme guarecer. Cuando decidió darme el aventón o llevarme, estaba él ya del otro lado de la caseta urgido por los que venían detrás en la fila. De tal manera que no me quedó más remedio que aprovechar el aventón, que no es fácil conseguir en estas circunstancias -ya lo había intentado varias veces sin éxito- y, pasar rodando mi máquina y, tener por tanto, que pagar la cuota carísima, que es lo que trataba además de evitar precisamente casi 200.00 pesos por transitar sobre una carpeta asfáltica en pésimo estado de mantenimiento ¡Que bárbaros! Aquí, el estado del tiempo y del terreno me impidió pensar en salvar la caseta como ya lo había hecho anteriormente. Hacerlo hubiera sido un suicidio. Entonces $ 200.00 pesos no fue mucho. De La Tinaja seguí a Córdoba, Fortín de las Flores y Orizaba por la carretera 150. Aquí en Orizaba, busqué un sitio para a campar a las afueras de la ciudad, con unas personas que en el solar de su casa frente a la avenida, fabrican en moldes, productos vaciados en cemento, granito y yeso tales como lápidas, columnas, lavaderos, postes para balaustradas, etc., que no tuvieron inconveniente en asignarme un espacio al fondo en el jardín de su casa... Cené cuatro tacos en un puesto enfrente del sitio y platicamos de cosas en tanto se llegó la hora para descansar temprano. Amenaza llover. La máquina la protejo bajo un cobertizo. Yo adentro de mi tienda concilio el sueño. Llovió por la noche. Esta zona de la República siempre me pareció atractiva, particularmente Fortín de las Flores. El Pico de Orizaba es majestuoso. Cuando vi las sinuosas Cumbres de Maltrata desde abajo me preocupé porque son verdaderamente imponentes; pero, afortunadamente, la máquina con mi ayuda en zigzag, dio otra vez pruebas de que se trata de una excelente tecnología. Bajaj es India. La distribuyó en México, no me acuerdo. De subida y de bajada hay que tener mucho cuidado porque aquí, las curvas se toman por el carril contrario; de tal manera qué, por esta razón resulta más peligroso en razón de que nadie tiene la costumbre de conducir con estas señalizaciones de flechas pintadas en el asfalto. En ninguna parte del país existe semejante forma de transitar, pero aquí es la forma adecuada de hacerlo.

Mayo 15.- Después de agradecer su gesto a la familia por hospedarme, organicé mis arreos a temprana hora y, por la libre, para evitar la caseta, me fui por Tlacotepec, Tecamachalco, Tepeaca, Amozoc, Texmelucan, Ayotla, Texcoco, Coacalco y Tepotztlán donde me quedé a dormir en un hotelito simpático, por el que pagué $ 150.00 pesos ¡mucho dinero! Sentí aquí por primera vez el cansancio del viaje y me dormí profundamente, absolutamente cansado, después de un baño bien caliente. Mis rodillas muy mal. Por la mañana, no temprano en este caso, fui a la plaza y me compré un par de tamales y un champurrado caliente. En algún pueblo de éste trayecto de Tlacotepec a Ayotla, de cuyo nombre no me puedo acordar, me comí un pan que no es bolillo ni telera o cosa por el estilo, sino una torta, la más grande, más rica, mas barata y mejor servida que yo haya visto en lugar ninguno. Con generosas rebanadas de jamón, de lomo de puerco, una cantidad impresionante de queso asadero en tiras, cebolla frita, jalapeños, jitomate, mayonesa, crema y mostaza. ¡Ah, que rico! O ¿ Mucha hambre..?

Mayo 16.- Una vez desayunado, tamales y champurrado (el último recurso monetario: $ 15.00 pesos) en Tepotztlán salí rumbo a Querétaro y luego a León. Como ya no tenía dinero y conocido el caminito, le pregunté a un lugareño como hacer para salvar la caseta de cobro y, efectivamente, como me indicó, por un viejo camino pude llegar coyoteando por Coyotepec 26 Km. después, hasta contactar la autopista en Tepeji del Río sin problema ninguno. Desde Tepeji del Río hasta San Juan del Río (90 Km.) cada que me acordaba me reía a carcajadas y a todo pulmón con voz en cuello gritaba: ¡Chingue a su madre fulano! ¡Chingue a su madre perengano! ¡YA LLEGUE CABRONES!

Pasé Querétaro sin contratiempo. En León, Guanajuato, obligadamente me tuve que quedar, y no precisamente a dormir, porque se reventó el cable del acelerador; era domingo, todo estaba cerrado y yo a media avenida empujando a la máquina y, sin absolutamente, un centavo en el bolsillo. Eran como las 5 de la tarde y solo contaba con la gasolina justa para llegar a la tierra de la gente buena. Afortunadamente, como fue y ha sido mi viaje, afortunado, a media cuadra de una calle transversal, estaba abierto un modesto taller de desponchado de llantas que, para mi fortuna afortunada, brindaba sus servicios las 24 Horas; de tal manera, que ahí me quedé platicando con el Señor Nicandro y con cuanto cliente llegaba a solicitar sus servicios, hasta que el sol del día 17 de mayo salió y la Agencia de motocicletas abrió sus puertas a las 9 de la mañana; justo, a cuatro cuadras de donde me había quedado sin aceleración. Expliqué al Gerente de la negociación mi situación y le ofrecí pagar, escogiendo entre mi cámara fotográfica o mis binoculares a cambio del arreglo del desperfecto de mi máquina. Él aceptó, obtuvo sus binoculares y yo mi máquina lista para emprender el ultimo tirón de ésta aventura de 3,600 kilómetros qué ahora, entiendo porque Dios no quiso que se cristalizara y me regresó sano y salvo hasta mi casa dónde en la puerta me esperaba mi atribulada Jefecita... Te saludo Jefe…

VRC.- ¡Ah, que bárbaro muchacho! Tiene agallas, no cabe duda.

OL.- Y muchos problemas con toda certeza; para que una persona en sus condiciones de salud, tome decisiones tan drásticas y a ése grado planeadas, algo grave y grande debe estar padeciendo... ahora mismo confirmo mis sospechas.

VRC.- Sin duda alguna...